Hemos tenido una nueva reunión de soñadores hablando de uno de esos clásicos del SXIX que asento las bases de la novela gótica hasta nuestros días.
En este tiempo donde hay vampiros de todas clases y para todos los gustos, volvemos a encontrarnos con áquel sobre el cual partieron los demás, el creado por Bram Stoker.
Puede resultarnos en un principio extraño de leer ya que esta escrito mediante diarios y cartas de los diferentes personajes en los cuales nos van contando su relación más o menos cercana con Drácula. Curiosamente Drácula siendo el personaje centrar no tiene voz propia y después de su primera presentación desaparece hasta prácticamente el final de la obra.
Sin embargo su presencia como enviado del mal domina toda y cada una de las cartas y diarios, envolviendonos en un ambiente oscuro y romántico. Es el tapiz que se va creando gracias al resto de los hilos (resto de personajes) que entran en contacto, de un modo directo o indirecto, con él.
Cada uno de estos personajes posee unas características determinadas que acaban uniendo y aliandose en su lucha contra Drácula.
Lucy es la primera en caer realmente en las garras del conde, pero su caída es debida en parte a su frivolidad y personalidad poco construida. Es un ser inocente ciertamente, que despierta ternura, pero un poco inestable, débil, fácil de manipular.
Como contrapunto tenemos el personaje de Mina, que a pesar de caer en el influjo de Drácula, mantiene una entereza y firmeza moral realmente encomiable.
Otro personaje que me resulta fascinante es el del profesor Van Helsing, que no deja de ser un buscador de la verdad intentando comportarse como un maestro que quiere que sus acompañantes lleguen por sí mismos a las conclusiones que se plantean en la novela.
A mi parecer Bram Stoker se esconde tras este genial y enigmático personaje.
Y el último gran descubrimiento en cuanto a personajes es Renfield, ese loco realmente peculiar que es más consciente que la mayoría de lo que significa realmente Drácula.
Y para terminar unas palabras de Mina:
“Sé que tienen que luchar..., que deben destruir incluso, como destruyeron a la falsa Lucy, para que la verdadera pudiera vivir después; pero no es una obra del odio. Esa pobre alma que nos ha causado tanto daño, es el caso más triste de todos. Imaginen ustedes cuál será su alegría cuando, él también, sea destruido en su peor parte, para que la mejor pueda gozar de la inmortalidad espiritual. Deben tener también piedad de él, aún cuando esa piedad no debe impedir que sus manos lleven a cabo su destrucción."
Esto me lleva a una curiosa reflexión final sobre la obra de Stoker y me llega a plantear si podríamos hablar de Dracula como esa parte dormida, o quizá no tan dormida en nosotros, que se deja guiar por sus instintos más básicos y animales, por el ansia de poder sobre otros... creando una gran metáfora sobre la batalla interior que cada ser humano realiza sobre sí mismo, sobre sus instintos más primitivos y aquella parte más luminosa y elevada que hace mirar más allá de sí mismo, representada por los demás destacando a Mina especialmente.
Esperando que la luz guíe vuestro camino me despido hasta nuestra próxima reunión.
Gota de lluvia