Hemos tenido una nueva reunión de soñadores, está vez con un libro precioso y delicado, lleno de matices y que a pesar de ser escrito hace más de 50 años sigue hablando de temas universales como la justicia, la inocencia y su perdida, la educación...
Se trata de “Matar un ruiseñor” de Harper Lee, conocido por su maravillosa versión cinematográfica.
Sin menospreciar en nada a su película, que me parece maravillosa nos hallamos ante un libro tan sutil y delicado, tan lleno de matices que merece la pena degustarlo de vez en cuando para volver a hacerse esas preguntas que siempre consciente o inconscientemente rondan el corazón humano. Cada uno de los personajes de la novela están magistralmente descritos, podemos entenderlos, ver sus diferentes complejidades y aún así saber que cada vez que volvamos a ellos seguirán descubriéndonos nuevos matices.
La historia es contada a través de los ojos de la niña Scout, que va entrando poco a poco en la edad adulta y de este modo perdiendo esa inocencia infantil y nos hace descubrir que el sentido de justicia es inherente en el ser humano.
A través de Scout, Jem y Dill, niños que son expuestos a las injusticias y que no logran entender el porque, a través de ese triste despertar al mundo de los adultos, van perdiendo esa inocencia que les hace entender mejor que nadie lo que es injusto, ellos lo palpan, lo experimentan en sus huesos y no entienden la pasividad de los adultos ante ciertos hechos.
“Esto pensaba yo también —dijo por fin— cuando tenía tu edad. Si sólo hay una clase de personas, ¿por qué no pueden tolerarse unas a otras? Si todos son semejantes, ¿cómo salen de su camino para despreciarse unos a otros? Scout, creo que empiezo a comprender una cosa. Creo que empiezo a comprender por qué Boo Radley ha estado encerrado en su casa todo este tiempo… Ha sido porque quiere estar dentro.”
Como contrapunto de ese desengaño está la figura de Atticus que se alza como estandarte de los valores que nos acercan a lo justo, a lo autentico.
Atticus no solo nos va enseñando a lo largo del libro, nos obliga a reflexionar, a entender que un niño necesita para aprender a ser un buen adulto que confíen en él, que le expliquen que no todos los comportamientos incorrectos y crueles quieren decir que detrás haya malas personas, que los seres humanos estamos llenos de grises y que debemos esforzarnos día a día, debemos aprender a actuar y a no quedarnos como los habitantes de Maycomb esperando que otros actúen por nosotros.
“—En primer lugar —dijo—, si sabes aprender una lección sencilla, Scout, convivirás mucho mejor con toda clase de personas. Uno no comprende de veras a una persona hasta que considera las cosas desde su punto de vista…
—¿Qué dice, señor?
—Hasta que se mete en el pellejo del otro y anda por ahí como si fuera el otro. ”
Atticus al aceptar defender a Tom les obliga a posicionarse, a tener que actuar. En Maycomb todos viven en sitios estancos sin mezclar, sin avanzar, sin luchar, no se plantean ni siquiera si es correcto o incorrecto hasta que son obligado a tomar partido y no pueden ignorarlo más. De hecho se trata quizá de una de las grandes lecciones del libro, debemos de estar asentados en unos buenos valores y actuar en consecuencia a ellos, de nada sirve esos valores si no somos capaces de ponerlos en movimiento.
La vida es acción, la única manera de avanzar y de no matar a nuestros ruiseñores interiores es tomar posición y actuar en consecuencia, puede que no salgan las cosas como esperábamos pero al menos seguimos en la lucha, seguimos adelante.
“Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que a cantar para alegrarnos. No devoran los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar el corazón, cantando para nuestro deleite. Por eso es pecado matar un ruiseñor.”
Esa perdida de la inocencia de los niños puede tener dos consecuencias: Verse devorados por el mundo y no encontrar respuesta a esas injusticias que intuyen y caer en un pozo vacío o encontrar adultos con valores y que obren en consecuencia y que les hagan entender que siempre hay posibilidad de luchar, de mantener lo mejor de la inocencia infantil en nuestros corazones, de no dejarse vencer y luchar siempre por lo justo, lo correcto aquello autentico y verdadero que anida en el corazón humano y está conectado con la verdadera justicia, la verdadera bondad, esa que hace que avanzamos a pesar de los tropiezos y las dificultades, esa que no nos permiten matar a nuestro ruiseñor interior, que contiene lo mejor y más elevado que hay en nosotros.
“Porque vosotros sois niños y podéis comprenderlo —dijo—, y porque he oído a ése… —Y con un ademán de cabeza indicó a Dill—. Las cosas del mundo no le han pervertido el instinto todavía. Deja que se haga un poco mayor y ya no sentirá asco ni llorará. Quizá se le antoje que las cosas no están… del todo bien, digamos, pero no llorará; cuando tenga unos años más, ya no.“—¿Llorar por qué, míster Raymond? —La masculinidad de Dill empezaba a dar fe de vida.
—Llorar por el infierno puro y simple en que unas personas hunden a otras… sin detenerse a pensarlo tan sólo.”
Deseando que siempre luchemos por ser coherentes con nosotros mismos y dar lo mejor que poseemos, por dejar a nuestro ruiseñor cantar con voz alta y clara en nuestro interior se despide
Gota de Lluvia