En él las aparentes casualidades que nos suceden en el día a día cobran protagonismo, Murakami empieza con dos anécdotas sobre estos misteriosos azares sucedidos a él mismo. Son pequeñas historias que no han cambiado aparentemente su vida. Este prólogo nos adentra en el último tramo del relato en el cuál el azar o la casualidad lleva a dos hermanos a un reencuentro inesperado en el momento oportuno.
De este modo Murakami nos plantea la posibilidad de que las casualidades que suceden en nuestro día a día no sean cosa del azar, sino que quizá son hilos de algo más profundo que se nos escapa la mayoría de las veces y que si lo prestáramos un poquito mas de atención nos iluminaría y nos haría entender un poco más el funcionamiento del mundo, o quizá no... Pero de cualquier modo no son hechos tan aleatorios como creemos.
Si tiene razón o no es algo que dependerá de cada lector, porque lo expone como una especie de pequeño Haiku y cada lector debe encontrar la respuesta en su interior.
"Que una coincidencia fortuita tal vez sea un fenómeno normal y corriente. Es decir que ese tipo de cosas ocurran constantemente, a diario, a nuestro alrededor. Sólo que nosotros no solemos prestarles atención y pasamos la gran mayoría por alto. Como sucede con los fuegos artificiales a pleno día, oímos un débil estallido pero, al alzar la vista al cielo, no vemos nada. Sin embargo, si esta, estamos en una disposición de ánimo en la que necesitamos ardientemente que ocurra algo, tal vez envíen un mensaje dentro de nuestro campo visual y se hagan visibles. Que tomen una forma y un significado comprensible para nosotros. Y que nosotros, al percibirlo, exclamemos sorprendidos: "!Menudas cosas pasan! !Qué raro!". Aunque en eso, de raro, no haya nada."
Deseando que la magia de las casualidades os lleve a buen puerto se despide hasta la próxima
Gota de lluvia.
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