Hemos tenido nuestra ultima reunión de soñadores del año, y para concluir este ciclo de novelistas norteamericanos, hemos leído la primera novela de Truman Capote “Otras voces, otros ámbitos”
En una primera lectura sorprende la maestría y poesía que poseía al escribir Capote, que aún era muy joven cuando escribió esta novela. Pronto nos acabamos viendo atrapados con su particular manera de escribir y su particular visión del mundo. En este viaje iniciatico en el que Joel aprende o al menos intenta descubrir quién es él, pululan una serie de personajes estrambóticos, peculiares y a veces esperpenticos que sin embargo tienen algo que los hace entrañables y muy humanos.
También esta esa sensación de tristeza que siempre acompaña las obras de Truman Capote. No puedo evitar pensar que era un ser sensible y delicado a pesar de su imagen de personaje publico y superficial que solo buscaba encontrar de algún modo como el protagonista de la novela, su lugar en el mundo.
Siempre me entristece saber que no lo logro, aunque creo que en sus novelas siempre perdurará esa lucha y quiero creer que algún día de algún modo sus personajes y él mismo encontrarán su lugar.
La novela está llena de personajes atrapados en los misteriosos pantanos del sur de Estados Unidos, parecen que esos pantanos atraen a los personajes y a la vez les condenan.
Quizá como ocurre en los pantanos tienen que encontrar el camino correcto para poder salir de ellos, ya que sino se irán hundiendo poco a poco en sus aguas, atrapados en su propio mundo.
En esta novela todos los personajes parecen totalmente atrapados por ese influjo y esa magia del sur, con sus supersticiones y soledades.
Uno de los personajes que quizás destaca es Idabel esa niña que parece tan bruta y que resulta ser el personaje más natural y autentico de todos, al que cuando Joel lo descubre realmente acaba encontrando la oportunidad de una verdadera amistad.
Capote con su particular sensibilidad nos hace pensar y llegar a entender lo importante que es tener dentro de nosotros un pequeño refugio, una isla luminosa en la que poder reposar nuestras cansados pies cuando las tempestades nos sacuden, para no perdernos y quedar atrapados en los pantanos llenos de lodo de la vida.
Esos lodazales en los que acabo atrapado el propio Capote por no ser capaz de encontrar su propia isla en la que refugiarse aunque todo lo demás arda a tu alrededor.
Así que como último deseo de este año que termina, os deseo la capacidad de encontrar lo más luminoso y sagrado de nosotros mismos y cuidar nuestra pequeña isla interior para poder tener siempre la capacidad de seguir luchando y no quedar atrapados en los pantanos de la vida. Cómo alguien dijo una vez la salida es siempre hacia dentro de nosotros.
Gota de Lluvia
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